lunes, 13 de diciembre de 2010

La cazadora cazada.

Tal vez debería poneros al día… Hacía ya algunos meses que había pasado lo de Lily y Pedro, él había intentado hablar con ella pero ella había decidido dejar tiempo y espacio (“¡Es imposible que ya haya decidido!” se repetía una y otra vez, seguramente por cobardía a que él la dijera que no la quería y tuviera que cumplir su promesa completamente), pero algo ocurrió en esos meses… Algo que Pedro no se esperaba y que si se lo hubieras contado a Lily te habría llamado loco y se hubiera reído tan fuerte que te habría contagiado su risa (y te hubieran entrado ganas de borrarle los hoyuelos a besos). Lily había conocido a alguien de su trabajo. ¿Qué si estaba enamorada de él? ¡Eso jamás! ¿O te crees tú que un amor como el de Pedro se olvida de un día para otro? Pero, ¿sabéis qué? Que por fin a Lily no le dolía hacer galletas de chocolate, por fin dejaba que otro hombre dejara su olor entre las sábanas, que la encantaba despertarse por las mañanas y que la casa oliera a café y a bollería, o encontrarse post-its llenos de amor por toda la casa. No sé, se la veía sonreír como hacía tiempo que no sonreía. Y a lo mejor por eso fue por lo que ya pasado un tiempo más que suficiente para que Pedro hubiera decidido, ella continuo sin cogerle las llamadas, sin contestarle a los mensajes, sin abrirle la puerta, y en definitiva sin querer verle. Y sabéis que Lily nunca ha sido mujer de un solo hombre, que le gustaba la fiesta más que a nadie en el mundo y que eso de repetir no estaba hecho para ella, pero Mario la había cambiado… Llevaban tres meses como mucho, pero eso era una barbaridad para alguien que sólo te quería una noche y después un “adiós y muy buenas”. La verdad es que la historia no empezó como una historia de amor, empezó como cualquier de los otros ligues de Lily. Ella estaba en un bar, y entró él: se reconocieron, se dieron dos besos, se invitaron a un par (más bien unos cuantos pares) de cubatas y cuando se quiso dar cuenta ya se lo había llevado a la cama… Pero esta vez (como ya os he dicho) fue diferente: él no la dejo sola cuando salió en sol, él la inspiraba confianza y ella se dejo amar. Así que los días siguientes decidió que no era nada malo pillarle desprevenido en el baño y repetir la experiencia, o en la sala de la fotocopiadora, o en la de los cafés… Y así empezaron los pedacitos de amor en post-its sobre su mesa, y así empezaron también a salir los dos juntos a tomarse algo, y así empezaron a aparecerle todos los días tulipanes (su flor favorita) en la mesilla de noche, y así fue como Lily empezó a ver a los amaneceres como algo bonito. Y así fue como Mario convirtió a Lily en la cazadora cazada.

6 comentarios:

  1. Me alegra muchísimo.
    Te cuento? También tiré a un Pedro por la ventana hace meses. Por suerte.

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  2. un clavo saca otro clavo...
    y de qué manera!

    (adiós definitivamente a Pedro?)

    bella.

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  3. Mmmm. Qué raro, yo aún pienso en que Pedro no ha desaparecido.

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  4. todo el mundo es cazado alguna vez

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  5. Que buenooooo que hayas regresado! Cómo me voy a olvidar de ti? naaa! al fin volviste! me sacaste una sonrisa con tu regreso:)
    Alguna vez todos somos cazados..

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  6. Las tornas se giran.
    Los mundos cambian.
    Mola.

    Hola.

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Motivos para sonreir.