Han pasado cinco años desde que dije mi primer te quiero, el
te quiero más sincero. En ese momento, no tenía ni idea de lo importante que
iba a ser decirlo sólo necesitaba soltarlo, me quemaba en la garganta. Me
quemaba en el estómago, en el corazón. Y lo dije. No te puedes imaginar lo que
eso supuso, eres incapaz de imaginarte la mitad de lo que ha llegado a
significar ese te quiero. No he vuelto a pronunciar esas dos palabras, a nadie…
Carecía de significado decírselas a alguien que no fueses tú, carecía de
significado compartir la mínima parte de mi vida con cualquier otro. Aun me
sorprendo cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo mirando mil veces el
móvil esperando ver un mensaje tuyo o una llamada, encontrarme con una
respuesta que diga “yo también”. Y, sin embargo, me tuve que conformar con un
“tal vez, quizás, dentro de unos años podamos ser más que amigos”, me tuve que
conformar con un “tengo miedo, no puedo hacernos esto”, me tuve que conformar y
tirar del carro otra vez más. Cinco años tirando de un puto carro que sé que
jamás va a ser capaz de arrancar sólo. Cinco años esperando algo que sé que no
va a llegar, esperando que fueras valiente, por una vez, y me dijeras que los
demás no importan nada ahora. Esperando a que cogieras el primer vuelo que
saliera a Madrid y te presentarás en la puerta de mi casa diciéndome que has
sido un estúpido pero que no tengo nada de lo que preocuparme porque vamos a
recuperar el tiempo perdido. Y ahora más que nunca sé que eso no va a pasar,
que cada 26 de marzo será tuyo y mío, pero es hora de pasar página. Que en mi
corazón siempre tendrás un hueco, pero no será tuyo entero. Que no puedo
echarte más de menos, ni de más. Que siempre hemos sido eso, la eterna lucha, y
ya me canse. Tengo claro que nadie sabrá apreciar como yo ese brillo en tus
ojos, ni esa sonrisa que ponías segundos antes de enfadarte de verdad. Que
nadie sabrá mirar a través de ese caparazón de chico duro que te has querido formar
tú solo, y que jamás encontrarás a nadie como yo para poder romperlo. Que en tu
vida encontrarás a otra loca que cambie la hora de todos sus relojes para
sentirte un poco más cerca, ni que acorte estos putos kilómetros con una simple
llamada… Pero este adiós no es un hasta luego, y este te quiero es el último
que admitiré.
Las guerras en mi cama sin ti, carecen de significado.
A pesar de las mil batallas, esto es un adiós.
Hola me ha gustado muchisimo tu entrada.
ResponderEliminarTe invito a que visites nuestro blog http://elclubdelaslectoras.blogspot.com.es/ estamos de sorteo!! un saludo